Tradicionalmente el éxito se medía en el hecho de tener vivienda propia y un automóvil, pero eso ya no es así. Cada día más jóvenes prefieren no adquirir ese tipo de bienes.
Numerosas investigaciones especializadas han mostrado que cada vez menos personas de la así llamada generación “Y“ (que ahora tienen menos de 30-35 años) compran casa, y ni hablar del número aún más reducido de quienes hacen parte de ese grupo y deciden adquirir un automóvil . En realidad ellos no hacen casi ningún tipo de gasto grande, si no tenemos en cuenta los iPhones, por supuesto.
En Estados Unidos los jóvenes de hasta 35 años son llamados ”la generación de los arrendadores“ ¿Por qué sucede esto? Algunos sociólogos están seguros de que se debe a que los jóvenes en la actualidad están al tanto y deben soportar gran numero de catástrofes financieras y por eso temen tomar créditos de gran calado.
Pero no es eso lo principal. Lo fundamental es que la generación “Y” se diferencia de la generación de sus padres por sus valores. Son muy diferentes.
Los jóvenes han revalorado la definición de éxito. Antes se decía que alguien exitoso era aquel dueño de su propia vivienda y al menos un automóvil, pero ahora se valora a quienes han invertido su dinero en experiencias, viajes y aventuras.
Los jóvenes rechazan conscientemente comprar bienes raíces y hasta muebles, prefieren tomarlos en arriendo. Ahora la gente quiere un horario de trabajo flexible, independencia económica y geográfica, antes que prosperidad (como se la conocía) y estabilidad.
Las cosas materiales están dejando de interesar a la gente. ¿Para qué tener un automóvil si puedes andar en taxi? Si se mira desde el ángulo correcto, un taxi también es un automóvil personal y con conductor, además usarlo no es mucho más caro que tener un medio de transporte motorizado propio.
¿Para qué comprar una casa en un lugar lindo e ir allá a descansar si puedes encontrar una vivienda a través de ”Airbnb“ en cualquier rincón del planeta? No se necesita pagar demasiado por el alquiler, ni comprar un domicilio en el país en el que se esté interesado en el momento. Es lo mismo que ocurre con los bienes raíces en la ciudad natal. Primero que todo, la persona no sabe por cuánto tiempo más vivirá en el lugar donde reside actualmente; segundo: ¿para qué comprometerse con una hipoteca a 40 años si uno se puede hacer a la idea de que vivirá siempre en una casa o apartamento de alquiler? Al fin de cuentas lo más probable es que la persona cambie de lugar de trabajo varias veces durante los próximos años y si se vive en alquiler no hay nada que lo detenga para mudarse a un sector más cercano a la nueva oficina o lugar de trabajo. Forbes ha dicho que los jóvenes contemporáneos cambian de trabajo en promedio tres veces al año.
El concepto mismo de propiedad de las cosas ya no es la misma de antes.
El crítico James Gamblin columnista de Atlantis explica el fenómeno de la siguiente manera: ”Durante los últimos diez años los psicólogos han hecho gran cantidad de investigaciones que demuestran que desde el punto de vista de la felicidad y la sensación de bienestar es mucho mejor gastar el dinero para adquirir una nueva experiencia y no cosas nuevas. Eso produce más felicidad“
Un extracto de un artículo de Gamblin:
“Tal parece que la gente no quiere escuchar historias acerca de dónde compraste una casa sino que prefieren escuchar lo fantástico que lo pasaste el fin de semana. Incluso una mala experiencia puede ser al final una historia fascinante.
La interacción social entre las personas juega un papel muy importante en si serán o no felices. Así pues, ellos deben hablar con otras personas y tener muchos amigos. Obviamente los demás les gustará más escuchar acerca de un viaje loco e inesperado o cómo alguien vivió en un país desconocido, que oír cuántas casas ha podido comprar una persona en especifico”
Y hay algo más. Lo que sucede es que las cosas que poseemos, especialmente si son muy costosas nos obligan a preocuparnos por ellas. Basta con comprar un automóvil para saltar cada vez que se oiga una alarma de un vehículo. Si se compra una casa y muchos electrodomésticos para que sea cómoda se tendrá el miedo constante de ser víctima de los ladrones. Eso, sin hablar de que los automóviles se raspan, se golpean, y los televisores de costos exorbitantes suelen dañarse al haber pasado sólo un año de servicio. En cambio, las experiencias y aventuras vividas estarán ahí siempre. Como dicen en algunos países, “nadie te quita lo bailado”.
En su mayoría, nuestros padres no tenían la posibilidad de viajar tanto y tan lejos como nosotros, ellos no tenían la posibilidad de divertirse como lo hacemos ahora. No tuvieron tantas posibilidades de empezar un nuevo negocio, por eso invirtieron en bienes raíces y automóviles, pero nosotros no tenemos la intención de seguir sus pasos en ese sentido. Al fin y al cabo cualquier compra -que no sea una casa o un apartamento- perderá su valor con el tiempo, e incluso si se echa un vistazo al decrecimiento y la recesión en el mercado inmobiliario todo se vuelve aún más obvio.
Lo importante es que las experiencias no se devalúan y no es posible robárselas.
Fuente: genial.guru
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